El circo

Las yemas de mis dedos están indecisas al empezar a escribir estas palabras, cuando un hombre habla de libertad, siempre debe preguntarse desde que planteamiento lo hace, si es el de esclavo este hombre añorará su apreciada libertad física e intelectual, si es el de amo este envidiará al esclavo por la simplicidad tan monótona que rige su vida.

Siempre deseamos lo que no tenemos, es una aspiración auténtica proporcional a nuestra condición de seres abandonados en el mundo, somos antes que humanos, aspiración.

Me surge la duda desde la primera idea, justo antes de iniciar a compartir estas palabras me abruma el saber que hablaré desde un cárcel del pensamiento entregada a mi por la naturaleza de mis condiciones, disfrazadas de estados de ánimo y una que otra sugerencia, tan sutil que en ocasiones me hace pensar que soy el amo entero de mis actos y que estas líneas están escritas con la convicción de un hombre libre, pero al solo tener la duda de que así sea, empieza a surgir la inquietud de que la libertad que les presumo, no es del todo real ni mucho menos esta completa.

Soy (si algún día tendrá lógica esta afirmación) un miembro activo de la sociedad, cumplo las reglas que el estado me impone y soy súbdito de las leyes que este establece, pago mis impuestos, obedezco los semáforos y respeto la libertad de los que conviven conmigo al día a día.

Alguna vez haciendo una reflexión sobre lo que acontece a mi alrededor me he preguntado si realmente el estado me contempla como un activo con un valor individual o si solamente soy uno más, que actúa de manera sistemática como un programa o un robot que a pesar de que camina, lo importante es la función que desempeña para el balance de las fuerzas del estado mismo.

Creo que todavía no tengo una respuesta clara a esta reflexión, por que a pesar de que en mis venas corre sangre roja y si me tropiezo con una piedra gigante probablemente me duela y me salga un moretón, no he alcanzado a distinguir una diferencia tangible entre flotar en un sistema que provee precariamente de acuerdo con mis necesidades o instintos mas arraigados(económico, social, sexual, etc) y ejercer realmente esta libertad que se debe adquirir al someterse a las leyes que nos da el estado para organizarnos.

¿Quién es el equivocado? ¿Yo por preguntármelo? O el estado por no poder dar una respuesta firme a esta duda, que por más existencial que parezca creo que debe ser algo que todos los miembros de una sociedad debemos de preguntarnos, aunque sea una vez en la vida.

Rosseau establece en el contrato social que al aceptar estas condiciones perdemos nuestra libertad natural, que es inmediatamente intercambiada por nuestra libertad civil, la cual nos contempla como seres pensantes y miembros de una sociedad que tiene voluntad propia (general), esta voluntad tiene en todo momento la voz principal, sin importar la forma de gobierno el pueblo decide.

Bueno entonces nos salvamos de la anarquía (si no es una ya en la que estamos viviendo) y aceptamos leyes civiles para que la voluntad general pueda ser siempre escuchada, delegamos nuestra voz individual a un grupo de ciudadanos respetables llamados legisladores cuyo fin principal es garantizar la libertad y la igualdad de la sociedad para la que trabajan.

Suena muy bonito una utopía de representación, pero muy alejada de los principios establecidos en el contrato y todavía mas alejada de la realidad.

En México tenemos muchas crisis, todo lo que acabe con “dad”: seguridad, estabilidad económica, sustentabilidad ambiental, igualdad, etc. Irónico que dad sea en realidad dar, cuando lo que ofrece el sistema es una falta de.

Dentro de esas muchas crisis de “dad”, está una que al parecer el mexicano tan distraído por las televisoras zombielescas y los partidos de fútbol, ha dejado pasar de lado que es la de representatividad o el déficit de, en la que debiera ser la casa de todos: la cámara de diputados.

Definitivamente una responsabilidad dividida por 500 llama mucho menos la atención que la de una figura individual como puede ser la de un presidente, sin embargo las decisiones tomadas (u otra vez la falta de) en la cámara nos afectan todos los días aunque la falta de seguimiento al canal del congreso nos indique lo contrario.

En 2010 de más de 1,000 iniciativas presentadas en los dos periodos de sesiones solamente fueron aprobadas 23, tenemos los diputados más caros de Latinoamérica solo antes de Brasil, el periodo de sesiones más corto de todo AL después de Costa Rica, un presupuesto legislativo que ha aumentado en 11 años mas de 50.5%, un 4% del electorado que ha tenido contacto con su diputado después de la elección a pesar de que se destinan mas de 14 millones de pesos mensuales a atención ciudadana, en fin.

Una serie de abusos alarmantes ante el evidente déficit de representación en el lugar donde esta instituida la soberanía nacional y donde se debe de cumplir la voluntad general, hoy esta voluntad ha sido reducida a unas cuantas cúpulas oligarcas que ciertamente razonan en pro de la permeabilidad de sus intereses particulares y de ninguna
manera tienen la mínima intención de combatir el status quo mexicano.

La brecha entre el gasto y la productividad de estos privilegiados seres es un enorme desierto en el que han escondido la libertad del ciudadano que algún día juraron proteger constitucionalmente, sin duda con el confort inconsciente de que el mexicano no solo esta agachado, también le gusta estarlo.

Los diputados nos cuestan más de 1.2 millones de dólares a cada uno de los mexicanos y todavía hay algunos ilusos que gritan que ¡estaríamos mejor con López Obrador! cuando estos 500 personajes nos han visto la cara con una sonrisota en la boca y un gran cheque en la bosla.

El sin fin de incongruencias, la polarización mediática y la falta de indignación ante estas circunstancias que son las que realmente nos cuestan han hecho que la atención completa de este sexenio se haya recargado casi completamente hacia el poder ejecutivo, que tiene una gran corresponsabilidad en el desastre, pero eso no evade la responsabilidad de estos personajes que se hacen llamar representantes populares. Con sus honrosas excepciones las últimas dos legislaturas han sido ejemplo de opacidad, corrupción, clientelismo y cinismo ante los grandes retos que los mexicanos le han puesto enfrente a sus gobernantes.

Podemos decir que los partidos que se quejan sobre la oligarquía que domina al país, mucho bien harían en apuntar también sus críticas a la partidocracia que tiene cooptadas las decisiones de interés público y que en su búsqueda del poder, han dejado a México sin esperanza ni posibilidades, la peor de las situaciones.

Ante las gravísimas circunstancias aquí expuestas puedo resumir que la libertad que mencionaba al principio esta muy lejos de existir y que por dignidad lo único que nos queda como nación es dejar de esperar que nos la provean y empezar a generarla por nosotros mismos.

Recientemente se dio una situación inaudita e incluso histórica, un grupo de ciudadanos apartidistas (siento orgullo decirles que soy parte de esta comunidad) ha decidido dejar de pedir permiso y actuar para recuperar la libertad que el stablishment tiene secuestrada, por lo que han propuesto a través de una estrategia jurídica, política y social el lanzamiento de 300 candidatos independientes a la cámara de diputados como protesta a este sistema que poco le importan los perfiles individuales y la creatividad del ciudadano común. También han declarado que es un acto para recuperar la esperanza que durante tanto tiempo hemos esperado que nos den.

¡Ya es tiempo! Inscríbete, propón, actúa.

http://candidatosindependientes.mx

@JuanPabloEMT

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Ecléctico
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